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Las críticas a Verstappen tras el GP Húngaro son injustas,he aquí por qué

Verstappen incomprendido y desprotegido: El caos interno en Red Bull aflora

25 de julio en 20:40
Última actualización 30 de julio en 14:05
  • Norberto Mujica

El fin de semana pasado en el Hungaroring, Red Bull Racing dió una penosa muestra de rendimiento y de funcionamiento operativo en todos los niveles, algo poco característico en el conjunto austriaco. Max Verstappen mostró su inconformidad por la radio, algo que a muchos medios y fanáticos no pareció gustarles, denotando una ingenuidad marcada, porque el comportamiento del tres veces campeón del mundo estuvo más que justificado, y su desesperado intento de rebase sobre Lewis Hamilton en los últimos compases del GP no hizo más que echar luz sobre la precaria situación del equipo campeón del mundo.

En las vísperas de la temporada 2024 de F1 se abrió la caja de Pandora. Christian Horner fue acusado por una empleada de comportamiento transfronterizo sexual poniendo en entredicho su estatus como jefe de equipo y revelando la encarnizada lucha de poder que había estado teniendo lugar tras bastidores desde finales de 2022. No todo eran rosas y arcoiris para el equipo casi perfecto del ‘23. Desde entonces han salido a la luz muchos detalles que sirven para dar con el contexto actual del equipo austriaco y cómo es que han llegado a caer tan bajo.

Christian Horner no ha liderado al equipo en absoluto

El británico en vez ha dedicado su tiempo a recomponer su vida personal, su reputación, y más importante aún, en el ámbito deportivo, el que nos atañe, a mantener el control total del equipo en otrora dominante, pero que ahora adolece de la claridad y dirección que se requiere para defender ambos títulos. 

Solapando carrera tras carrera el rendimiento paupérrimo de un Checo Pérez que cada GP confirma que no está hecho para luchar en la parte más alta de la tabla; buscando el apoyo de su hasta ahora salvador, Chalerm Yoovidhya, co-fundador y dueño mayoritario de Red Bull GmbH; enfrascándose en luchas mezquinas con Jos Verstappen, padre de Max; y minimizando la partida de Adrian Newey, cuya ausencia se hace cada vez más notable, ya que era gracias a la brillantez del aclamado ingeniero y diseñador que Red Bull producía coche competitivo tras coche competitivo, viendo que Newey tomaba las ideas del departamento técnico del equipo y las perfeccionaba para que hicieran en pista lo que se esperaba de ellas. De hecho, desde que Newey dejó de aportar su oro en polvo, Red Bull dejó de funcionar al más alto nivel en pista en todas las condiciones. Conforme pasa el tiempo más parece que Pierre Waché estaba posado en los hombros de un gigante, en lugar de él mismo ser dicho gigante.

Para Horner lo más importante ha sido una cosa: mantener el control total de Red Bull Racing. No hay desarrollos que funcionen en pista, no hay respuesta a los avances de McLaren y Mercedes, no hay oídos receptivos a las inconformidades en sus filas, pero sí hay una incomprensible renovación para un piloto que debería ser despedido de Red Bull este verano, si es que desean defender el título de Constructores que McLaren amenaza con autoridad desde el Gran Premio de Mónaco. Todo el enfoque de Horner ha sido vertido a una ardua labor de relaciones públicas, a menudo contradiciendo los ahora entendibles, urgentes y necesarios llamados de atención de Verstappen y Helmut Marko, consultor ejecutivo de Red Bull, dirigidos al británico y a su hasta ahora muy cuestionable dirección de Red Bull.

Verstappen había sido el dique que impedía la inundación 

Desde el Gran Premio de Mónaco ha sido el holandés el que ha mantenido al equipo a flote. Red Bull sigue siendo el coche con mayor potencial de rendimiento, sin embargo, dicho potencial yace inexplorado debido a las características actuales del coche. Con una conducción impredecible e inestable que experimenta cambios de balance a mitad de curva y un pobre manejo sobre los bordillos y baches, sacar tiempo de vuelta del RB20, evolución claramente errada del concepto ideado por Newey, es prácticamente imposible, ya que el mismo Verstappen encuentra muy complicado exprimir el potencial del auto. El holandés no perdió la pole en Hungría, fue el RB20. Viendo las onboard de ambos McLaren y del RB20 de Verstappen, particularmente en el segundo sector, esto es más que claro, porque el MCL38 podía atacar los vértices de las curvas y montar con confianza los bordillos, mientras que el tres veces campeón del mundo claramente los evitaba.

Y así pues llegamos a lo que parece ser un punto de inflexión en la historia. Verstappen está harto de que sus llamados no sean escuchados y de que sean desestimados con condescendencia por parte de la cúpula de Red Bull Racing. Mientras el padre de Verstappen, Horner, Marko, Oliver Mintzlaff, CEO de Red Bull GmbH, y Yoovidhya han estado enfrascados en una lucha por el control de Red Bull Racing, el propio Max no ha hecho sino enfocarse en lo único que le importa en la F1: ganar.

Verstappen es un piloto de F1, no un modelo en un concurso de belleza

Verstappen tiene el número uno en su auto porque siempre está empujando, constantemente poniéndose a sí mismo y a su entorno bajo presión para seguir mejorando. En la F1, si no avanzas, retrocedes, y Red Bull es un claro ejemplo de ello, y he ahí la razón del enojo del holandés. Tras meses de advertencias, de presión en los medios, de llamadas de atención a su equipo, finalmente sucedió: Red Bull no tiene el mejor auto, tampoco tienen el programa de desarrollo más efectivo, McLaren y Mercedes parecen tener la sartén por el mango en esta área también, y la estrategia fue otro aspecto que dejó mucho que desear en Hungría. 

Si él no ve su compromiso correspondido por el equipo, o si su nivel de rendimiento resulta inalcanzable para las áreas más relevantes de la estructura del conjunto austriaco, entonces es natural que los reprenda, que los ponga bajo presión por la radio del equipo y en sus declaraciones a los medios. Los campeones son tales porque siempre buscan la perfección, y la búsqueda de esa cualidad, imposible de alcanzar, exige un carácter fuerte que esté dispuesto a jugarse el pellejo, a alzar la voz en forma de crítica, a ser juzgado y condenado por colegas y en el ojo público por igual, todo en pos de ser el mejor, y así ha sido siempre en la F1 moderna. 

Verstappen podría irse de Red Bull a finales de este mismo año

Por los vientos que soplan, Red Bull será alcanzado pronto por Mercedes, y McLaren les sacará aún más ventaja, y allí poco importará si la cláusula Verstappen se eliminó del contrato de Marko o no, porque es bien sabido, gracias a declaraciones del mismo Marko, que el holandés también puede activar la rescisión de su contrato con Red Bull si el equipo ya no puede asegurarle el rendimiento necesario para luchar por el Mundial de Pilotos, y ese parece ser el caso, ya que más carreras como la de Hungría y Verstappen vería como su ya no tan cómoda ventaja de 76 puntos en el Clasificador del Mundial a falta de once Grandes Premios y tres carreras Sprint, se recorta hasta arrastrarlo a una innecesariamente dura lucha por el título este mismo año por causas ajenas a su conducción. 

A la marcha de Newey le seguirán, seguramente, varios miembros clave del personal técnico, y si Verstappen también toma la salida, bien podría significar aún más personal saliente, haciendo tambalear la estructura de Red Bull hasta su mismo núcleo. Recuperarse de algo así no toma sólo un invierno. Más vale que Horner preste atención ahora. Ya perdió a un genio, si sigue haciendo oídos sordos a las palabras de su piloto estrella, bien podría quedarse sin otro a finales de este mismo año, y ese podría ser el último clavo en el ataúd del controvertido jefe de equipo como líder de Red Bull Racing.