Un ganador. Un campeón. Un astuto hombre de negocios. Y muy posiblemente el mejor actor que el paddock haya visto jamás. Aunque, probablemente, el ex-Supremo de la Fórmula Uno,
Bernie Ecclestone, todavía piense que es Nigel Mansell, el merecedor de dicho premio.
El palmarés de
Toto Wolff en la Fórmula Uno es indisputable. El austríaco ha roto récord tras récord, y en sus once temporadas con el equipo, su quinceava en total, logró hilar el período de dominación más largo de cualquier equipo en la historia de la Fórmula Uno con siete títulos mundiales de constructores y siete de pilotos, sumando en total catorce títulos en siete años. Uno debería de estar loco para cuestionar si alguien con semejante pedigree debería seguir operando de la misma manera que le ha visto cosechar tantos éxitos y logros. Sin embargo, el año 2021 vió a Wolff, a
Lewis Hamilton y al resto de Mercedes ponerse la pintura de guerra y sacar los cuchillos en una de las batallas más férreas y polarizantes por el título de pilotos que el deporte jamás ha visto. Y ese mismo año se cortó el hilo. La racha de dobles títulos llegó a su fin cuando Lewis Hamilton perdió el título de pilotos a manos de un crecido
Max Verstappen en la curva cinco del trazado de Yas Marina. Y esa derrota no solo interrumpió la hegemonía de Mercedes, sino que da la sensación de que también les hizo perder el rumbo. Dos meses después de uno de los finales de temporada más emocionantes, todos se deleitaban con el prospecto de un año de revancha para la formación alemana, sin embargo durante las pruebas de invierno que le siguieron al Gran Premio de Abu Dhabi del 2021, el equipo parecía perdido, rostros largos y confundidos que no comprendían como las simulaciones podían haber estado tan equivocadas llenaban ambos lados del garage, mientras vislumbraban con palpable angustia como las esperanzas de dicha revancha se esfumaban, esta vez no en la última vuelta de la última carrera del campeonato, sino desde antes de que se rodara una sola vuelta de la temporada oficial siquiera.
Wolff no construyó Mercedes.
El proyecto de Mercedes de Fórmula Uno fue obra de Dieter Zetsche,
Niki Lauda y el príncipe de Abu Dhabi, el Jeque Mohamed Bin Zayed Al Nahyan, desde un punto de vista gerencial, y desde la parte operativa, dos de los mejores operadores de equipos de Fórmula Uno, Ross Brawn y Norbert Haug se encargaron de construir un proyecto de gran envergadura, ambición, y lo más importante, efectividad. El gurú británico de los motores, Andy Cowell, lideró el diseño, desarrollo y construcción de las unidades de potencia que conquistarían ocho títulos de constructores al hilo del año 2014 al 2021. El alemán
Michael Schumacher, uno de los mejores pilotos y desarrolladores de coches modernos de Fórmula Uno en la historia volvió a vestir su traje de carrera para rehacer junto a Ross Brawn la vieja dupla que dominó los circuitos de la Fórmula Uno con Ferrari en los 2000's y con Benetton a mediados de los 90, pero esta vez con el equipo alemán con base en Brackley, ayudando a desarrollar una de las mejores filosofías de coches que la categoría ha visto jamás.
El equipo alemán no parece encontrar el camino
El año pasado fue uno para el olvido para Mercedes. Una victoria conseguida de 25 posibles, y eso en un fin de semana en el cual Red Bull no encontró la puesta a punto y los
Ferrari corrían con potencia del motor disminuída para evitar abandonos, los cuales a inicio de temporada habían sido numerosos y en ese entonces, en el tramo final del calendario, les estaban resultando costosos, pues Mercedes tenía la mira puesta en el segundo lugar del campeonato de constructores. La temporada pasada también dejó imágenes indelebles en la historia de la categoría. Lewis Hamilton queriendo abandonar en Barcelona, el jefe del equipo Mercedes disculpándose por radio con Hamilton en
Imola y refiriéndose en Baku al W13, fruto del trabajo de una de las mejores y más efectivas fuerzas laborales de la Fórmula Uno, el personal de la fábrica de Mercedes en Brackley, como un ‘shitbox’, son solo unas de ellas. Mercedes sabía que su concepto sin pontones no funcionaba. Sin embargo, decidieron seguir fieles a él. Una vez más llegaron a Bahrein a las pruebas de invierno de la actual campaña, después de un gran lanzamiento de su coche contendiente para este año, y fue un 'deja vu' con respecto al año pasado. Caras confundidas, Lewis Hamilton y
George Russell insatisfechos, Mike Elliot nervioso y ansioso, y un Toto Wolff de semblante serio y pensativo. El austríaco, hasta este momento, ha demostrado saber como continuar un legado, pero no como construir uno.
La Fórmula Uno es un juego de balance
El conocimiento de Toto Wolff es invaluable. Sus habilidades y experiencia son necesarias. Su empuje, pasión, compromiso y esfuerzo, todos inconmensurables. ¿No sería mejor para Mercedes ver a alguien que funja un papel similar al de Niki Lauda, al lado del campeón austríaco? Niki entendía el deporte desde un sinnúmero de ángulos y proveía décadas de experiencia en el circo de la Fórmula Uno y en el deporte automotor en general, que al momento de tomar decisiones gerenciales y operativas, de hacer declaraciones a los medios, ayudaba grandemente porque se veía a una Mercedes con compostura, un frente unido y fuerte, y con dirección, a diferencia de ahora. Contradicciones, confusión y falta de respuestas. Mercedes todavía no sabe por qué su coche funciona bien en las bajas temperaturas, y todavía no son capaces de explicar su velocidad en Australia, y en la categoría reina del deporte automotor, lo que no puedes explicar, no lo puedes replicar o evitar. Quizá lo mejor para Mercedes sería traer a alguien que sirva como contrapeso a la figura de Wolff que pueda traer equilibrio, calma y por sobre todas las cosas, claridad, al histórico equipo alemán.